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Conte vivenciat

Nosotras para poder trabajar la diversidad cultural, hemos diseñado un cuento vivenciado llamado “La nube perfecta”.

 

Su objetivo es que los niños y las niñas desarrollen la imaginación, la creatividad y los cinco sentidos. Este cuento que proponemos, está adaptado a todos los niños y niñas sean cuales sean sus características.

 

Además, con este recurso podemos trabajar el que los niños y niñas se sientan bien consigo mismo, y a tratar con personas que sean diferentes unas con otras, siempre respetándolas, aceptándolas y viéndolas como algo positivo que pueden enriquecerse y ampliar sus conocimientos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Erase una vez, en un mundo donde todo podía ser y nada quedaba atrás, había una pequeña nube sin una forma concreta, sin un rostro que poder mostrar. Ella era blanca y se sentía triste porque las demás nubes tenían la característica de poder cambiar de color según como se sentían en ese momento y ella no podía, lo único que podía hacer era cambiar de forma. Nuestra amiguita la nube blanca sentía que era diferente, que no podía mostrar nada bueno, pues creía ser demasiado normal. Así que un día decidió pasearse por el mundo para poder saber cómo tenía ella que ser para sentirse alegre y especial.

Por eso a todos les tenía que preguntar:

 

  • ¿Cómo es una nube perfecta?

  • Una que tenga forma de pluma - respondieron los pájaros que volaban sobre ella.

  • No. No, que no sea en forma de pluma -dijeron los grandísimos árboles-. La nube perfecta es como una espiral de dulce viento. –Volvieron a repetir-.

  • Olvida las plumas y el viento -gritaron las flores- Si quieres una nube perfecta, tú llénala de buenos olores.

 

Y así, todo y cada uno de los viajantes que encontró, ya fueran animales, ríos o montañas, le recomendaron amoldarse a sus propias formas y colores.

Cuando ella se transformó en una pluma con viento, olores, hojas, colores, pelo, arena, rocas, agua y mil cosas más, resultó que a ninguno de sus amigos le gustó y… ¡seguía sin saber cómo era ser perfecta!

Muy triste se puso a pensar y se le ocurrió cambiar de color como sus otras amigas las nubes, para ello decidió rociarse con confeti muy brillante y de muchos colores.

  • Así seré como las demás, brillare mucho y seré la nube más especial del mundo. –dijo muy contenta la nube.

 

Pero lo que ella no sabía era que el confeti le hacía muchas cosquillas y no podía aguantarlas por eso tuvo que cambiar de nuevo.

No sabía que más hacer y no podía parar de llorar y llorar, sin consuelo alguno, provocando una tormenta de truenos y relámpagos.

  • Yo solo quería ser una nube que le gustara a todo el mundo, como mis amigas- decía-. Y mira, ¡menudo desastre!

 

En un anochecer cualquiera en el que la luna rozaba la tierra, esta escuchó sus quejas y se acercó a hablar con ella:

  • ¡Hola, nube! Creo que te puedo ayudar. Como soy una luna y cambio de forma muchas veces, puedo mostrarte la forma que quieras. ¿Qué te parece si voy cambiando de forma hasta encontrar una que te guste?

 

A la nube le encantó la idea, y la luna se trasformó en mil formas posibles, sabores, colores, olores... que la nube imitó. Pero ninguna le parecía lo suficientemente perfecta.

  • ¿A qué pensáis que sabe la Nube? ¿Y la Luna?

  • No importa- dijo la nube al despedirse- me has ayudado mucho.

 

 

La rodeo tanto como los bordes de la nube le dieron de sí y le dio un fuerte abrazo, tanto que la luna cambió a media luna, simulando una gran, gran sonrisa, contenta por poder ayudarle. Entonces la nube saltó y dijo:

  • ¡Esa! ¡Esa es la forma que quiero! ¡Es absolutamente perfecta!

  • ¿Cómo? - preguntó la luna extrañada - Pero si ahora no he hecho nada...

  • Que sí, que sí. Es esa que pones cuando te doy un abrazo... O cuando te digo te quiero, ¡Mira!

 

 

La luna se dio cuenta de que se refería a la forma de media luna, su gran sonrisa. Y juntos moldearon a la pequeña nube, para que siempre pudiese transmitir alegría, mil veces por encima de olores, nidos, hojas, o colores como sus amigas, ella demostraría un sentimiento puro y lo transmitiría siempre a todo aquel que quisiera mirarla, ya que tenía el ingrediente secreto perfecto: una gran sonrisa que no se borraba jamás.

¡¡Y colorín colorado este cuento se ha acabado!!

La nube perfecta

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